En un artículo publicado recientemente por el Diario de Sevilla, Julio Lorca, miembro de la ASD, reflexiona sobre cómo las pandemias del pasado han favorecido el progreso gracias a cierta “suerte macabra”. La peste negra del siglo XIV, por ejemplo, hizo que, además de morir numerosos monjes amanuenses, se acumulasen toneladas de ropa sin usar procedente de las víctimas, trapos sin coste que fueron muy útiles para la producción de papel a gran escala, de forma que años más tarde floreció una nueva economía basada en la imprenta.
Salvando las distancias, algo así ha sucedido con el covid-19 y la telemedicina, que ha avanzado más en seis semanas que en los 15 años anteriores.
La asistencia a distancia puede reducir las consultas en más de medio millón al año, calculan los medios especializados. Es obvio, afirma el autor, que siempre habrá consultas que requieran visita presencial (pero solo una cuarta parte de los casos) pero, gracias a la telemedicina, esta se hará en mejores condiciones que antes, pues el médico dispondrá de más tiempo y podrá dar una atención de más calidad, en lugar de los siete minutos por paciente de épocas anteriores.
Así pues, pese a tanta tristeza causada por las consecuencias sanitarias y económicas del COVID-19, es posible que la pandemia tenga una secuela positiva: los cambios que permitan a nuestro sistema sanitario seguir siendo sostenible y dar respuesta a la creciente demanda de asistencia como consecuencia de la cronicidad de cada vez más enfermedades. “Millones de consultas presenciales son innecesarias y resta tiempo medico presencial de calidad a quien realmente lo necesita” concluye el Dr. Lorca.
El artículo completo, publicado en Diario de Sevilla, puede leerse aquí.