Los «wearables» («vestible» o «portable»), los dispositivos electrónicos que podemos vestir o llevar en muñecas o tobillos, son cada vez más populares. Esta tecnología sirve para recoger datos sobre el estado de salud del usuario y sus hábitos de ejercicio. Es un elemento clave en la transición a la salud digital. Seis de cada diez españoles tiene al menos uno de estos dispositivos, cada vez más utilizados en la práctica deportiva.
En la actualidad, están desarrollándose wearables de uso médico de todo tipo. Por ejemplo, se están diseñando camisetas inteligentes que controlan la respiración o la temperatura; medidores de glucosa o del ritmo cardíaco; colchones «inteligentes» que avisan si el paciente está acostado. Asimismo, los wearables pueden generar unas cantidades inmensas de datos sobre el estado de salud y hábitos de la población (Big Data). Su estudio permitirá identificar enfermedades futuras, pautas de propagación de epidemias y nuevos biomarcadores de enfermedades como el cáncer. De hecho, los wearables ya están siendo aplicados en algunos centros sanitarios. Por ejemplo, el programa PREVENGO, del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, combina wearables con Big Data para el tratamiento y prevención de la obesidad infantil.
Elemento clave en la transición a la salud digital
Es indudable que los wearables pueden ser un elemento clave de la transición a la salud digital. Pueden ayudar a dar una atención más personalizada y a mejorar la prevención de enfermedades, aspecto clave para el tratamiento de la gran mayoría de afecciones. Los wearables tienen la gran ventaja de que avisan antes incluso de que se manifieste una patología, como por ejemplo una afección cardíaca, o monitorizar los niveles de oxígeno en sangre.
Sin embargo, esto no quiere decir que los wearables vayan a reemplazar al profesional médico. Vienen a ayudarle a mejorar su trabajo, para poder dar una atención sanitaria de más calidad. Un wearable que sea diseñado y empleado conforme a los mismos criterios de calidad y rigor que los medicamentos u otros dispositivos de uso clínico. Esto permitirá que el profesional sanitario pueda reducir el tiempo dedicado al diagnóstico. Será más fácil encontrar el problema, y se hará de forma más precoz. Por otra parte, al igual que ocurre con otros aspectos de la telemedicina y la salud digital, el uso en masa de big data plantea retos legales, éticos y de seguridad que deben ser abordados desde una perspectiva multidisciplinar y trasnacional. La protección de datos y la ciberseguridad resultan mucho más importantes.