A todos los términos que llevamos escuchando desde hace años (big data, inteligencia artificial, machine learning, salud digital…) se suma uno nuevo: metaverso. El metaverso se anuncia como un elemento revolucionario que va a cambiar la forma de relacionarnos con el entorno, y que ha de tener grandes implicaciones en la atención sanitaria. En este, los humanos podremos interactuar (relacionarnos, comprar, ver espectáculos) por medio de avatares en el ciberespacio. Una especie de realidad virtual online, con una serie de posibilidades infinitas en muchos campos.
Por supuesto, uno de estos campos es el de la atención sanitaria. En el entorno de la medicina, el metaverso nos permitirá, por ejemplo, una formación médica de gran precisión, “casi real”, en la que, por ejemplo, un cirujano podrá aprender complejas técnicas en el entorno virtual sobre copias exactas de individuos reales. También se podría realizar una operación en un quirófano o atender una urgencia médica con menos errores médicos. El metaverso nos permitirá tener un clon digital con el ADN digital del paciente real en el ensayar, por ejemplo, si nuestro organismo va a responder bien a un fármaco.
El metaverso, el siguiente gran salto evolutivo de Internet
Ya han comenzado los primeros experimentos médicos con el metaverso: en agosto de 2022, la Dra. Coelho, neurocirujana del Hospital Infantil Sabará, de Sao Paulo, Brasil, llevó a cabo una biopsia de tumor cerebral en una muñeca impresa en 3D que tenía las mismas características que una paciente real, por medio de un avatar que de sí misma. El avatar, llamado Dra. Geex, proporciona información sobre la técnica quirúrgica, ayudándoles a desempeñar su trabajo. El equipo médico de la Dra. Coelho utilizó gafas de realidad virtual HoloLens, un dispositivo que integra inteligencia artificial y realidad aumentada. HoloLens permite interactuar con el entorno real por medio de gestos y órdenes por voz.
No cabe duda de que la gran ventaja del metaverso es que nos permitirá anticiparnos y ser más proactivos de lo que jamás habíamos podido con anterioridad. La prevención y la detección precoz, clave para combatir con éxito tantas enfermedades, será mucho más rápida y eficiente. Esto nos permitirá estar mejor preparados, adelantarnos y aportar la solución óptima. Será un multiplicador de fuerzas que optimizará los recursos materiales y humanos disponibles, algo que los sistemas sanitarios de todo el mundo necesitan con urgencia.
Evidentemente, toda nueva tecnología no es, a priori, ni buena ni mala. Todo dependerá del uso que le demos. En este sentido, es urgente establecer una normativa relativa a la privacidad y ciberseguridad de este nuevo entorno. Estas reglas deben venir de los profesionales de la ética y el derecho. Hemos de aprender de errores pasados en la aplicación de nuevas tecnologías, a fin de impulsar un entorno más ético, humano, accesible e igualitario.