Las nuevas tecnologías están revolucionando la sanidad y la asistencia sanitaria. Nos permitirán hacer más con menos recursos, ser proactivos y concentrarnos en la prevención, que es el primer factor a la hora de tratar las enfermedades. De igual modo, el big data, la inteligencia artificial, la telemedicina o el internet de las cosas permitirán reducir los costes sanitarios y dar un acceso más equitativo a la atención sanitaria. Sin embargo, la pobreza y la desigualdad plantean obstáculos para la plena implementación de la salud digital.
Salud para todos
El tema del día mundial de la salud 2023, celebrado el pasado mes de abril, fue «Salud para todos». El informe Global Health and Healthcare Strategic Outlook del Foro económico mundial (puede consultarse aquí), aborda la cuestión de cómo pueden mejorar estas innovaciones el sector sanitario del futuro y beneficiar por igual a toda la población mundial.
Según los autores del informe, las nuevas tecnologías pueden ayudar a reducir el déficit sanitario y potenciar la eficiencia. La telemedicina, por ejemplo, podría reducir la carga asistencial en un 25% en el sistema británico de salud. Como ya hemos comentado en editoriales anteriores, esto no supondría reducir el tiempo de atención, sino lo contrario: poder dedicar más tiempo a cada paciente. Aunque todavía se están debatiendo las posibles repercusiones y problemas de inicio de la Inteligencia Artificial en la sanidad, es indudable que aplicaciones como Chat CPT o Med-PaLM abren una inmensa gama de posibilidades y oportunidades.
Enfermedades crónicas, un problema global
Las enfermedades crónicas (como la diabetes) suponen más de un 85% de los costes sanitarios globales. Sin embargo, estas ya no solo afectan a una parte importante de la población de los países desarrollados. Según la OMS, las enfermedades no transmisibles causan 41 millones de fallecimientos al año, de los cuales un 77% en países de renta media y baja. La innovación tecnológica podría ayudar a reducir estas cifras. No obstante, advierte el informe, la innovación por sí sola no es suficiente cuando faltan infraestructuras básicas. La pobreza y la desigualdad plantean obstáculos importantes.
Para que haya un acceso más equitativo a la sanidad, primero es necesario un acceso más equitativo a otros bienes. En la actualidad, un importante porcentaje de la población mundial (casi un tercio) carece de acceso a internet. Esto supone un grave obstáculo para la plena implementación de la salud digital en estos países.
Aumentar el acceso a internet tanto entre los sectores más desfavorecidos de la población como de los países de bajos ingresos es uno de los principales habilitadores para garantizar un acceso equitativo a las nuevas innovaciones de la sanidad digital. Esto, sostiene el informe, requiere un plan de acción integral a corto, medio y largo plazo. Dicho plan debe ser lo más internacional posible. Es necesario armonizar datos y aplicaciones en todo el sector sanitario mundial, de forma que puedan operar y «hablar» entre sí. A largo plazo, es necesario crear un marco regulador que fomente la innovación en sanidad a nivel mundial.