Hacia una correcta aplicación de la Inteligencia Artificial en salud

En nuestra IX jornada ASD, comentamos que de la correcta aplicación de la Inteligencia Artificial en salud dependerá el que esta mejore y haga más accesible la atención sanitaria. La Inteligencia Artificial (IA) puede ensanchar la brecha al acceso a la salud, o puede reducirla o cerrarla. En este sentido, me gustaría comentar un artículo de reciente publicación que apunta a ideas similares.

Bajo el título «La inteligencia artificial mejorará la atención sanitaria de un modo radical, pero solo si la gestionamos con cuidado», dos expertos, el congresista y urólogo Gregory P. Murphy, y Michael Pencina, científico jefe de datos y catedrático de bioestadística y bioinformática de la Universidad de Duke, comentan una serie de principios estratégicos que deben guiar la aplicación en sanidad de esta revolución del conocimiento.

Método científico

Es de máxima importancia, remarcan los autores, «aplicar los principios rectores de la investigación clínica, en particular el respeto a la persona humana, la maximización de beneficios, evitar causar daños a los pacientes, la justa distribución de beneficios, consentimiento informado y protección de los datos confidenciales del paciente.» Por otra parte, debemos estudiar la mejor forma de superar los problemas de la IA, como el sesgo, o el uso automatizado de esta nueva tecnología. Los seres humanos, «no podemos ser un elemento más dentro del sistema de machine learning progresivo. Debemos mantenernos en la cúspide de la jerarquía. Necesitamos controlar a la IA, no que ella nos controle a nosotros.»

De igual modo, remarcan la necesidad de entidades independientes que desarrollen guías maestras que validen el valor y fiabilidad de la IA en atención médica. Estos laboratorios se encargarían de evaluar los modelos de IA conforme a «principios comúnmente aceptados». El principio rector debe ser el beneficio médico. El ser humano, no el rendimiento económico.

Principios éticos

Los autores ponen especial énfasis en los principios éticos. Debe garantizarse, afirman, que las «consideraciones éticas tengan una superioridad incontestable». De igual modo, es imperativo que la IA empleada en comunidades de zonas rurales sea tan confiable como la que se utilice en los centros urbanos y principales clínicas. De igual modo, también insisten en el carácter revolucionario de la IA. «Las aplicaciones de la IA en salud son casi ilimitadas; ha llegado una nueva revolución».

Como ya se apuntó en la IX Jornada, no es una revolución tecnológica, sino del conocimiento. Algo radicalmente diferente. En este sentido, la IA nos podría ayudar a reducir ineficiencias y problemas, además de mejorar la experiencia y el cuidado del paciente. Con todo, esto se conseguirá siempre y cuando «se garantice que su entrada inminente y explosiva en la atención sanitaria se ejecute de modo juicioso y estratégico, a fin de maximizar para todos su impacto positivo».